Historias y cuentos
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Blue
Viernes, 12/12/2025 13:38:09¡Holi!
Como su nombre lo dice, aquí podemos poner fragmentos, capítulos o historias de autoría propia.
Si desean publicar algo escrito por otra persona, recuerden pedir permiso y aclarar que la obra no es suya. Si el autor prefiere el anonimato, también se respeta.
Puede ser casi cualquier género (omitamos el prohibido por el reglamento) y marquen la casilla de +18 si su historia toca temas sensibles (se puede al postear desde la web).
Sin más que decir, aquí tienen el inicio de una historia que es un poco... ¿absurda? Ya veré si publicar el resto de lo que llevo y continuarla.
18 de julio de 2025.
Día uno del apocalipsis raro este donde los zombis luchan contra plantas.
¡No puedo creer estar escribiendo esto, suena tonto!
O sea, ¿cómo las plantas van a luchar contra zombis?
En cierto modo es humillante: los humanos tenemos armas, bombas, etc... ¡Pero no! Ahora las plantas pueden más que nosotros.
A mí me gustan mucho las plantas, pero pero pero... mi orgullo de especie supuestamente superior se siente herido.
¡Ah! Sí, ya me desvié del tema y ni he empezado.
¡Holi! No tiene importancia mi nombre, y estoy en ni idea porque solo me fui corriendo y me perdí. Supongo que en alguna parte de... ¿Norteamérica?
¿Por qué hago un diario cliché en el fin del mundo cliché con los zombis clichés?
Pues, porque yo también soy cliché.
Y, en serio, háganme caso cuando les digo que el creador de personas puso un poco de todo en la sopa de ser vivo que soy, creando una ensalada clicheideada.
¡Aj, me volví a desviar del tema!
Lo siento...
Seguramente ya tiraste este diario, pensando: «No, no encontraré nada interesante aquí».
¡Pero sí lo harás!
Bueno, primero veamos si aprendo a sobrellevar esta vida sin sentido que ni yo misma comprendo, y luego te cuento cómo hacerlo.
Aunque seguro, si encuentras mi diario, es porque me morí; O sea que tú supiste sobrevivir mejor que yo; o sea que no serviré como aprendizaje; o sea que...
No, sí, mejor tira mi diario, no te va a servir de mucho.
A menos que toda tu familia se haya muerto, tu única socialización es con plantas mutantes y los zombis que matas cuando vas a buscar comida en tiendas abandonadas, y necesitas algo de entretenimiento, Tal vez pueda servir.
O igual no.
¡Algunos dicen que soy molestosa! Me envidian...
Espera, ¿de qué hablaba yo?
¡Ah, sí!
Bueno, descubrí que las plantas mataban zombis porque pues, lo vi, y descubrí que el mundo tenía un apocalipsis porque, también lo vi, y... ¡Aj, no, no sé hacer diarios!
A ver, empecemos de nuevo:
Todo comenzó... Ni idea, porque yo estaba dormida, entonces sepa la hora exacta.
Solo de pronto, mi hermoso, fantástico, maravilloso que tanto aprecio y que lo odio, ojalá se muera porque me abandonó acá, lo voy a...
Ejem, sí, perdón, me dejé llevar por... Bueno, decía, mi hermano me despertó así de la nada.
—¡Despieeerta!
—¡Aj! ¿Qué quieres ahora? ¡Déjame dormir! —Y jalé una almohada para taparme la cabeza.
—¡Apocalipsis! —gritó más alto, lanzando lejos mi cobertor de oídos.
—¡Oye!
—¡En serio, apocalipsis! ¡Tenemos que huir!
—Ya estamos grandes para esos juegos... —murmuré, acurrucándome bajo más cobijas, y me volví a mimir.
Ñam ñam ñam... chocolates, ñam ñam ñam, paletas, ñam ñam ñam, persona famosa de la que soy fan... Que lindos sueñ...
—¡Aaah!
No, no grité porque soñara que estaba en un concierto, o recibiendo un autógrafo, o por chocar de casualidad con mi ídolo. ¡Grité porque mi hermano me llevaba arrastrando por las escaleras de un brazo!
Me enojé, lo empujé, rodamos, caímos, lo aplasté, me aplastó, y al final nos aplastamos mutuamente porque nos cayó un mueble encima.
Iba a gritarle reclamando «¡Oye, ¿qué te pasa a ti?!», cuando lo escuché:
¡Piiiiiip, ruuuun, waaaa, scraaaash, claaam!
O sea, mucho ruido de desastre, pues.
—Ah, pero... ¿qué está pasando afuera?
—Te estoy diciendo, ¡apocalipsis!
Me levanté algo adolorida porque mi pobre tobillo, y miré por la vent...
—¡Hey! ¿Quién rompió la ventana?
¡Y, ah! ¡Había personas muertas sin morir que caminaban sin caminar por todos lados! O en el idioma de ahora: zombis.
—¡Hay un apocalipsis! ¡Tenemos que huiiir!
—Si yo te dije es... bueno, no importa. ¡Vámonos!
Tomamos lo esencial: mi laptop, su celular, nuestros cargadores, una Nintendo, la Nintendo de repuesto, el celu de repuesto, la laptop de repuesto, los cargadores de repuesto, unos audífonos y los de repuesto, junto con alimento y algo para hidratarnos, claro. Un Jumex y unos Chetos.
Ahora estoy comenzando a arrepentirme de haber pensado que eso era esencial...
O sea, ni me gustan los chetos, feos chetos. Hubiera agarrado mejor unos takis, o unos Ruffles.
Y ni hay electricidad. Me hubiera traído la batería esta para viajes.
Corrimos, o bueno intentamos, porque como que había muchos choques, botes de basura volcados, cristales y no sé qué cosas más.
Cuando vimos a unos cosos sin brazos, cabeza, y sin buena dicción porque ni les entendía lo que decían, empezamos a pensar: eh... como que no fue buena idea solo salir corriendo así, ¿no?
Blue escribió:
¡Holi!
Como su nombre lo dice, aquí podemos poner fragmentos, capítulos o historias de autoría prop...
Lo que sigue:
¡Déjanos! Solo somos unos adolescentes que su mayor interacción con zombis fue en la Nintendo; y la Nintendo de repuesto, ¡y la Nintendo bisabuela que murió al salir volando de las manos de mi hermano al querer quitármela!
—¿Qué hacemos ahora...? —preguntó en un susurro el asesino de Nintendos a mi izquierda.
Yo, pensando inteligentemente, claro, para nada movida por la venganza, le arrebaté su mochila con la Nintendo principal, y se las lancé a las criaturas dislálicas.
—¡Bien! —exclamé al ver a un par caer, tirando a otros cuantos, en efecto dominó.
—¡Oye! —me gritó el Nintendosida número uno.
—Tenemos la de repuesto, cállate.
¡Al menos funcionó mi plan, porque los zombis se distrajeron! ¡Yei!
Y nos regresamos corriendo a mi casa. Yo por inteligente, Brayan seguro porque no quería perder otra Nintendo.
—Tenemos dos opciones. —dije mientras hacía una barricada improvisada con un estante lleno de retratos—. Primera: salir por el patio trasero, escalar el muro y empezar a saltar por los techos de las casas como Spider-Man. Y la segunda...
—¡La primera! —gritó de la nada, haciéndome tirar fotografías del susto.
—Oye, que esa era puro sarcasmo. Además, es tonta. Y déjame decir la segund...
—¡La primera!
El muy menso se fue corriendo al patio. Lo seguí, tan incrédula como impaciente, y allí estaba; intentando subirse por la pared agarrándose de los borditos de piedras. Como no es un gato, pues obviamente, no es como que lograra mucho.
Aunque, bueno, eso no era lo raro.
«¿Y qué era?», te preguntarás.
Pues fíjate que definir algo en estos momentos ya ni es buena idea porque todo es raro, pero al menos en ese preciso segundo, lo raro fue ver a su crush de la escuela venir flotando en un globo, tal... no sé, superhéroe de peli.
La miró, se sonrojó, se sacudió las manos y fingió revisar lo primero que tenía en frente.
—O sí... interesante. Yo la veo muy resistente. ¿Tú qué opinas, hermanita bonita que tanto admiro? —preguntó con el tono fraternal más falso que he escuchado en mi vida, a la vez que se giraba supuestamente de manera disimulada y casual.
—¿Quéee? —gritó al cielo al ver a la chica esta— ¡Oh, Kenia! ¡Qué casualidad! ¿Acaso viniste a rescatarnos? —Abrió los ojos gigaaantes, como dos megaplatos—. Ya sé que me quieres, pero no hace falta que me rescates... Aunque, si tanto te molestas, ¡con gusto te acepto! —Levantó las manos, esperando a que la chica le tendiera una—. Y como veo que solo es un globo para dos... Ni modo, hermanita; ¡adiós!
—¡Ah, pero que traidor! ¡No me vengas llorando cuando te dejen por tu mejor amigo, eh!
Kenia descendió del cielo, cual personaje elegantoso de película de, no sé, ¿Marvel? esas cosas con superhéroes.
—¡Kenia, vamos a sobrevivir juntos este fin del mundo! —continuó el rarito este—. Ya verás que me quieres, y no me volverás a rechaz... ¡Aaaah, zooooooooooombiiiiiiiiii!
—¡Y con razón te rechazan! —dije haciendo muecas y frotándome los oídos.
Cual crush ni que nada. En ese momento se le olvidaron los tres años de intentos fallidos de hablarle, y le dio tremenda patada que la pobre chica se fue volando; literalmente, porque bueno, el globo.
Regresamos a la casa, y al cerrar la puerta y exhalar de alivio, escuchamos algo que como que no iba.
Scrach scrach scrach...
—Oooye... ¿dejaste al hámster fuera de su jaula otra vez? —interrogué, apenas moviendo los labios.
Scrach scrach scrach...
—No, no, yo... juro que lo metí luego de darle comida y....
Scrach scrach scrach...
—Entonces, ¿qué es ese sonido de...?